martes, 30 de septiembre de 2008

Mercado


Una de las cosas por las que se carazteriza el mercado de Pamplona es que lleva muchos años ofreciando sus fabulosos productos a todos los pamploneses. Ellos están encantados y son muchos los clientes fijos. Seguramente mucho de vosotros habréis tenido la experiencia de ir con vuestras madres o abuelas al mercado para comprar el pescado fresco o las chuletillas del domingo.
Sin embargo, esa experiencia para los jóvenes es cualquier actividad cotidiana del día. Vamos a hacer la compra al supermercado, elegimos lo que queremos, pagamos en la caja y punto. Y si por alguna casualidad de la vida se nos ocurre ir al mercado, le diremos al del puesto que hemos visto que mejor pinta tenía que necesitamos tres cuartosde carne picada y unos filetes de lomo. Seguramente esa será toda la conversación.
Por mi parte, el pasado sábado tuve el gusto de hablar con alqunos de los tenderos y tenderas de los puestos del mercado. La señora de la primera fotografía es una frutera que lleva desde niña en el mercado. Ella está encantada y me dice que se lo pasa muy bien. Me cuenta que su hijo no quiere salir con ella de paseo porque se para con toda la gente que conoce. Aquí todos son como una gran familia, dice el carnicero Fermín, está aquí desde el año 1953. Otra frutera me dice que lleva trabajando aquí 35 años, y otra pescatera, diez. Todos están instalados desde hce tiempo y a gusto con lo que hacen. Parece que no hay comptetitividad entre los diferentes puestos. Me llevo una sonrisa de todos con los que hablo.



Hay gente de todas las edades: niños, mayores, jóvenes, amas de casa... Hay risas, un qué tal todo, un te gustó lo que te llevaste, consejos, comentarios...

Se respira ese ambientillo de mercado donde, a pesar de ir con prisas, todos te lo ponen más fácil. Es muy agradable ver que todo está limpio, lleno de luz. Es como si entraras en otro pequeño mundo.














También tengo la oportunidad de entrar en las bambalinas de las pescaderías. Allí entro a la parte menos glamurosa de todo. Pero no deja de tener su encanto.















Así que os animo a que vayáis al mercado, que seáis asiduos visitantes y que continuéis esta tradición y familiaridad que caracteriza al mercado de Pamplona.

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